La preocupación por el cambio climático y la sostenibilidad va en aumento, ya que cada vez más consumidores prestan mayor atención al impacto personal de sus elecciones en el medio ambiente. DLL, filial de Rabobank y proveedor líder de soluciones de financiación para el sector alimentario y agrícola, explora lo que está impulsando el crecimiento del mercado en la industria alimentaria y las tendencias a seguir en 2022.
Adoptar la sostenibilidad
Desde el inicio de la pandemia, los consumidores se han concienciado y prestan más atención a las prácticas éticas y sostenibles desde el punto de vista medioambiental, como la reducción de residuos, los envases sostenibles y el abastecimiento de productos. Según el último estudio de Deloitte sobre el consumidor sostenible, la concienciación medioambiental entre los consumidores ha aumentado en el último año, con un 85% que elige un estilo de vida más sostenible, lo que supone un aumento de 17 puntos porcentuales respecto a antes de la pandemia. Además, los consumidores reclaman más transparencia en torno a la procedencia de los alimentos y su elaboración.
Según el informe sobre alimentos y bebidas 2021-2022 de Waitrose & Partners, el 77% de los encuestados está preocupado por la cantidad de plástico que contienen los envases de sus alimentos, y el 71% ha intentado reducir la cantidad de envases que lleva a su casa. Esta tendencia ha sido impulsada principalmente por la Generación Z (nacidos entre 1997 y 2015), y se espera que su interés por la sostenibilidad aumente y continúe en los próximos años.
Reducir la huella de carbono
La huella de carbono es la cantidad total de emisiones de gases de efecto invernadero producida para una persona, organización, evento o producto. La alimentación representa entre el 10 y el 30% de la huella de carbono de una familia, mientras que la producción supone el 68% de las emisiones alimentarias. Dado el impacto que esto puede tener en el medio ambiente, los consumidores están empezando a prestar más atención a la reducción de su huella de carbono. Prueba de ello es la creciente popularidad de los productos a base de plantas y sin carne. Los productos cárnicos tienen una mayor huella de carbono por caloría que los cereales o las verduras. Esto se debe a que animales como el ganado vacuno, las ovejas y las cabras producen mucho gas metano. En 2016, según el Centro de Sistemas Sostenibles de la Universidad de Michigan, produjeron 170 millones de toneladas métricas en CO2e de metano.
Un informe de Kadence International sobre las tendencias de los alimentos y las bebidas reveló que la pandemia desempeñó un papel importante, ya que hubo varios desabastecimientos de carne y aumentos de precios cuando cerraron las plantas empacadoras de carne. En Estados Unidos, las ventas de carne de origen vegetal aumentaron casi un 264% en las nueve semanas que terminaron el 2 de mayo de 2020. La demanda de sustitutos a base de plantas se extiende más allá de los sustitutos de hamburguesas: se espera que categorías emergentes como snacks, salsas, quesos, y cremas vean el doble o el triple de crecimiento en el siguiente año. Por ejemplo, en 2021, Oatly -que produce leche, helado y yogur a partir de la avena- fijó su precio de salida a bolsa en 17 dólares por acción tras su debut en EE.UU. hace cinco años, lo que supone una valoración implícita de 10.000 millones de dólares.
Los retos de la cadena de suministro
Como en casi todos los sectores, el de la alimentación se enfrenta a los problemas de la cadena de suministro. La cadena de suministro de alimentos a nivel mundial es uno de los problemas logísticos más complejos y a la vez más importantes que el mundo necesita para alcanzar la sostenibilidad. Los principales problemas a los que ella se enfrenta son la escasez de mano de obra agrícola, la escasa comunicación entre las diferentes partes, el aumento de la normativa, la creciente demanda de los supermercados y la presión ejercida sobre el sector de la restauración.
La tecnología está evolucionando para ayudar a agilizar y abordar estos retos. Por ejemplo, los sistemas tecnológicos de la cadena de suministro o el software de gestión de inventarios -que utilizan inteligencia artificial y aprendizaje automático para mejorar la trazabilidad- pueden ayudar a detectar el deterioro y la contaminación antes de que un artículo llegue a su destino. Otros consejos para mejorar la logística alimentaria son las herramientas de control, la esterilización, la formación adecuada y la realización de un seguimiento de auditoría. Al gestionar la logística de forma eficiente, los proveedores pueden ayudar a prevenir las enfermedades transmitidas por los alimentos, la contaminación, el desperdicio, las pérdidas o los daños a la reputación.
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